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Sin techo y sin trabajo: cuarentena deja en la calle a migrantes venezolanos

Las medidas de aislamiento decretadas por los gobiernos de ambos países han dejado sin empleo y sin techo a muchos expatriados venezolanos que trabajan en la economía informal, o que estaban en tránsito hacia el sur del continente.

Foto: Cortesía

En Colombia, la cuarentena impuesta para frenar el avance del coronavirus ha puesto en apuros a miles de migrantes venezolanos que trabajan en las calles del país, y ahora han perdido su única fuente de ingresos.


La cuarentena ordena el cierre de todos los negocios no esenciales y obliga a la gente permanecer en sus casas, a no ser que deban salir por motivos de fuerza mayor.



Las medidas han recibido el apoyo de entidades de salud pública. Pero también han dejado sin empleo a una gran masa de trabajadores informales, en la cual se encuentran muchos venezolanos sin ahorros o vivienda propia, que dependían de los pocos dólares que ganaban en las calles o en pequeños negocios para subsistir.


Según un grupo de activistas venezolanos conocido como Reporte Disidente Nacional, al menos 500 migrantes de ese país han sido desalojados de sus hostales desde que comenzaron las medidas de cuarentena, pues ya no tienen con qué pagar sus cuotas diarias de alquiler.


La semana pasada, decenas de ellos se juntaron en un barrio céntrico de Bogotá para pedir ayuda a las autoridades locales.


“Ya llevo cinco días durmiendo en la calle”, dijo Eduardo Colina, que subsistía de un puesto de comida callejera donde vendía pastelitos de queso, ganándose alrededor de $15 al día. Colina fue expulsado de su habitación en el centro de Bogotá junto a su esposa y su hijo de 10 años, tras no poder pagar el alquiler por tres días consecutivos.


“Después de que empezó la cuarentena no pudimos vender mas comida” señaló. “No dejamos de pagar el alquiler porque no queremos, sino que ya no teníamos de donde.”

Jorge Ebrath, del grupo Reporte Disidente Nacional, dice que las vidas de estas personas ahora están en riesgo, pues no solo están en situación de calle sino que son aún más vulnerables al contagio del coronavirus.


“Colombia nos ha colaborado mucho y no podemos venir a hacerle exigencias al gobierno” dice Ebrath, que junto a una red de voluntarios venezolanos está documentando las evacuaciones. “Pero imploramos que se respete el derecho a la vida de estas personas. Cuando los mandas a la calle en las condiciones actuales, las estás forzando a morir.” El presidente Iván Duque dijo esta semana que un subsidio de alrededor de $40 dólares será entregado a tres millones de familias que dependen del empleo informal, para que puedan solventar gastos durante la cuarentena.


Pero aún no está claro si migrantes venezolanos sin cuentas bancarias y residencia legal en el país podrán acceder a este beneficio. Duque dijo el miércoles sin embargo que se buscarán formas de llegar a esta población, y dijo que será “quizás el reto más grande en materia social” para el país, en esta época de cuarentena.


En Bogotá, la alcaldía amenazó con sancionar a hostales que estén desalojando a sus residentes durante el periodo de cuarentena. También está trabajando en un censo de los migrantes – y otros trabajadores informales – que han sido desalojados para gestionar ayudas.


Según las Naciones Unidas al menos 4.5 millones de venezolanos han salido de su país en los últimos años para evadir una crisis económica sin precedentes. De estos aproximadamente un tercio están en Colombia, donde escuelas y hospitales se han visto en apuros para servir a la población migrante.


Cuarentena a la orilla del río

En Ecuador, las restricciones de circulación en el país han dejado varados a por lo menos un centenar de estos caminantes en Ibarra, una ciudad cercana a la frontera con Colombia.


Mientras el resto de la población está confinada en sus casas, estas personas, entre las que se cuentan niños, pasan su cuarentena en las márgenes de un río de la ciudad.


Los venezolanos llegaron hasta allí después de que la Policía los sacó de las plazas y portales donde solían dormir hasta juntar lo necesario para seguir su viaje. Y la cifra va creciendo porque a pesar del cierre de fronteras, los venezolanos siguen cruzando por trochas. Alejandro Aguilar, que viaja con un amigo y pernocta en el río, contó vía telefónica que subsisten de la poca caridad que encuentran en la ciudad: “Salgo por la calle a pedir, pero no hay carros no hay transporte, nada. Vamos al mercado más que todo y algunos nos colaboran con cualquier cosa. Ya vinieron unos doctores a chequearnos, pero todos estamos bien gracias a Dios”. Los dos albergues de la ciudad cerraron sus puertas al comenzar la emergencia sanitaria, el pasado 12 de marzo, y se quedaron con 50 personas confinadas. La ayuda humanitaria está llegando a cuentagotas. El municipio de Ibarra consiguió apoyo de Acnur para repartir kits de alimentos y de higiene, y la ONG española Ayuda en Acción pagó por el hospedaje de tres noches para 21 personas vulnerables, entre ellas se contaba una mujer embarazada, una mujer de la tercera edad y la madre de un niño con discapacidad.


Se esperaba que otras organizaciones tomaran la posta para mantener la ayuda a los venezolanos durante la cuarentena, que en principio terminaría el 5 de abril, pero no ocurrió. “No había ningún protocolo ni aquí ni en el mundo para enfrentar esta pandemia, estamos usando protocolos implementados en casos similares”, justifica en una videollamada Carlos Hernández, director nacional de Ayuda en Acción.


En el Comité de Operaciones de Emergencia provincial tampoco tenían un plan de acción para algo así, afirma Camilo Urbina, coordinador de Ayuda en Acción en Ibarra. En medio de este vacío, la solidaridad ha surgido de donde menos se esperaba. La dueña del hotel donde fueron alojados los migrantes les permitió quedarse una noche más.


En medio de este vacío, la solidaridad ha surgido de donde menos se esperaba. La dueña del hotel donde fueron alojados los migrantes les permitió quedarse una noche más.


“Le dije a mi esposo que les tengamos una noche más, pero por la situación económica no se puede más. Son gastos que a nosotros nos representa, nos toca tener bastante alcohol, les damos las tres comidas porque no les podemos dejar salir del hotel, y con la situación que vivimos ya ni comida nos quieren vender, nos están racionando en el mercado”, contó por teléfono Lina Osorio, que llegó desde Colombia hace 17 años y empatiza con la situación de los venezolanos. Esta mujer y su esposo están echando números para alojar con sus propios recursos a las tres mujeres más vulnerables del grupo, sobre todo, la embarazada.


La directora de gestión social en el Municipio de Ibarra, Marcela Mena, en una conversación vía Whatsapp criticó las acciones de las organizaciones internacionales: “Creo que la cooperación debe replantear su modelo de atención e intervención así como también las líneas de aporte. Su mandato es trabajar por los refugiados y su principal contingente ahora será dotarlos de un espacio seguro”.


Además de los venezolanos en situación de calle, hay reportes de falta de atención médica. La organización Venezuela en Ecuador reúne más de 3,000 alertas desde que empezó la emergencia sanitaria, dice Daniel Regalado, presidente de esta organización de migrantes, dedicado a recoger estas denuncias.


Con información de Telemundo.

 

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