El Domingo de Pascua o Domingo de Resurrección es la fiesta más importante del Cristianismo pues conmemora la resurrección de Jesús al tercer día de haber sido crucificado.
Es además la fiesta más antigua de la Iglesia Cristiana. En este día culmina la Cuaresma y, con ella, comienzan los sucesos de los últimos días de Cristo hasta su Ascensión:
“Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María vinieron a ver el sepulcro. Y he aquí, se produjo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendiendo del cielo, y acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura blanca como la nieve; y de miedo a él los guardias temblaron y se quedaron como muertos. Y hablando el ángel, dijo a las mujeres: Vosotras, no temáis; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, porque ha resucitado, tal como dijo. Venid, ved el lugar donde yacía. E id pronto, y decid a sus discípulos que Él ha resucitado de entre los muertos…” (Mt. 28. 1-7)
Tras la resurrección, se produjo un encuentro entre Jesús y sus discípulos en Galilea, dónde se produjo el evento llamado “La Gran Comisión”, que es la instrucción del Cristo Resucitado a sus discípulos sobre impartir por el mundo sus enseñanzas:
“Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había señalado. Cuando le vieron, le adoraron; mas algunos dudaron. Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28. 16-20).
Durante cuarenta días más, Jesús se apareció a varias personas. En el Evangelio de Lucas (Lc, 24. 39) se da cuenta de que Jesús come con sus discípulos, demostrando que no es un fantasma, sino de carne y hueso. Finalmente, transcurridos cuarenta días, según la fe cristiana, Jesús ascendió al cielo:
“Después de haber dicho estas cosas, fue elevado mientras ellos miraban, y una nube le recibió y le ocultó de sus ojos. Y estando mirando fijamente al cielo mientras Él ascendía, aconteció que se presentaron junto a ellos dos varones en vestiduras blancas, que les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera, tal como le habéis visto ir al cielo” (Hc. 1. 9-11).
Celebración Eclesiástica
La práctica litúrgica tradicional se inicia con la Vigilia de Pascua de Sábado Santo. En algunas iglesias comienzan esta vigilia muy temprano en la mañana del domingo que concluye con la Sagrada Eucaristía.
Durante el domingo se recitan los tres Nocturnos con dieciocho salmos del Oficio Dominical Ordinario. Esta celebración está profundamente vinculada al sacramento del bautismo, pues se consideraba el momento adecuado para que los conversos lo reciban.
Ahora, además de poder celebrarse los bautizos, los fieles pueden renovar sus votos bautismales. Incluso, de estar presente un obispo, el sacramento católico de la confirmación también puede ser celebrado.
Tradición en Venezuela
La tradición por excelencia del Domingo de Resurrección, celebrada en casi todo el territorio venezolano, es La Quema de Judas, que consiste en hacer un muñeco relleno de paja, colgarlo y exponerlo a las burlas del público. Y, luego de ser satirizado, el muñeco es quemado.
Esta tradición está cargada de un fuerte simbolismo de justicia popular pues, aunque el monigote corresponde originalmente a Judas Iscariote, quien traicionó a Jesús por treinta monedas de plata, ese mismo muñeco puede estar hecho de manera que represente a personajes específicos.
Con regularidad se ven representando alguna figura pública o a un funcionario del gobierno. Esto relaciona al personaje que ha caído en desgracia con Judas, quien no sólo traicionó a Jesús, sino a su comunidad.
El muñeco es elaborado por la comunidad. Luego se le ata una soga al cuello y es arrastrado por las calles del pueblo o urbanización que esté realizando la quema.
Una vez que se ha terminado el recorrido, el muñeco es colgado de un árbol o poste donde es leído su testamento, casi siempre escrito por el poeta de la localidad, mientras es satirizado por la multitud. Finalmente es quemado mientras oye música y se festeja.
Con información de Prodavinci.
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