El Jueves Santo abre el Triduo Pascual de la fe católica, lo que inicia el momento central del año litúrgico en conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. En el episodio evangélico, el jueves antes del Domingo de Pascua es la última vez que Jesús se reúne con sus discípulos para compartir pan y vino antes de su muerte, quedando instituido el sacramento de la Eucaristía.
Aparte de la institución del sacramento, durante la Última Cena de Jesús y sus apóstoles se celebra así como el lavatorio de los pies y el mandamiento del amor (“Amaos los unos a los otros como yo os he amado”). De la palabra mandamiento, en latín mandatum se deriva “Maundy Thursday”, el nombre del día en Inglaterra.
Entre los estudiosos del Evangelio, el orden de los acontecimientos de la Última Cena usualmente es el siguiente: lavado de pies a los Apóstoles, predicción y partida de Judas y la institución de la Sagrada Eucaristía. Otros, sin embargo, creen que el sacramento ocurrió antes de la partida de Judas, realizando éste una comunión sacrílega.
Celebración eclesiástica
Es la más antigua de las celebraciones de la Semana Santa y, en sus inicios romanos, se le añadieron algunas ceremonias accesorias como la Consagración de los Santos Óleos durante la Missa chrismalis, o misa crismal, y la reconciliación de los penitentes. Los óleos que son consagrados en esta misa son los que se utilizarán para el Bautismo, la Confirmación, la Ordenación Sacerdotal y la Unción de Enfermos.
En la antigüedad se mantenía el ayuno hasta final de la tarde, cuando terminaba la Cuaresma y se realizaba la liturgia. Esta tradición fue dispensada por el Concilio de Cartago. En tiempos de San Agustín, las ofrendas se realizaban en la mañana y en la tarde para que quienes no ayunaban pudiesen asistir a la Eucaristía de la mañana y quienes ayunaban esperaban la comida de la noche.
En la liturgia actual, la Misa Vespertina de la Cena del Señor se realiza luego de la hora nona, a las tres de la tarde, cuando termina el tiempo de Cuaresma. La celebración de la Eucaristía, particularmente solemne, dedica su lectura evangélica al recuento de San Juan de la Última Cena.
“Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora de salir de este mundo para ir al Padre, como había amado a los suyos que daban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban comiendo la cena y el diablo ya había depositado en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle. Jesús, por su parte, sabía que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos y que había salido de Dios y que a Dios volvía. 4 Entonces se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. Echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de los discípulos, y luego se los secaba con la toalla que se había atado. Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: ‘¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?’ Jesús le contestó: ‘Tú no puedes comprender ahora lo que estoy haciendo. Lo comprenderás más tarde.’ Pedro replicó: ‘Jamás me lavarás los pies.’ Jesús le respondió: ‘Si no te lavo, no podrás tener parte conmigo.’ Entonces Pedro le dijo: ‘Señor, lávame no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.’ Jesús le dijo: ‘El que se ha bañado está completamente limpio y le basta lavarse los pies. Y ustedes están limpios, aunque no todos.’ Jesús sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: ‘No todos ustedes están limpios.’ Cuando terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a la mesa y les dijo: ‘¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, siendo el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado ejemplo, y ustedes deben hacer como he hecho yo.”
Entre la Homilía y el Ofertorio, el sacerdote escoge doce hombres del público para lavarles los pies en recuerdo del gesto de Jesús.
Durante el Jueves Santo no hay una celebración especial fuera de la institución de la Eucaristía en la Última Cena de Cristo y el lavatorio de pies. Después de la misa, se realiza la Procesión del Santísimo Sacramento del Altar y vigilias de oración en conmemoración de la oración de Jesús en el Monte de los Olivos, la noche de su captura.
Celebración en Venezuela
El Jueves Santo se celebra la tradición de la visita a los siete templos. Este recorrido es para visitar el Santísimo Sacramento que se expone ese día. El recorrido consiste en visitar siete iglesias simbolizando las siete escalas que hizo Jesús la noche que fue traicionado y capturado:
El Huerto de los Olivos: “Cuando terminó de hablar, Jesús pasó con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había allí un huerto, y Jesús entró en él con sus discípulos”. (Jn. 18, 1)
La casa de Anás: “y lo llevaron primero a casa de Anás. Este Anás era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año”. (Jn. 18, 13)
La casa de Caifás: “Al fin, Anás lo envió atado al sumo sacerdote Caifás”. (Jn. 18, 24)
La casa de Poncio Pilatos: “Pilato se dirigió a los jefes de los sacerdotes y a la multitud. Les dijo: «Yo no encuentro delito alguno en este hombre». Pero ellos insistieron: «Está enseñando por todo el país de los judíos y sublevando al pueblo. Comenzó en Galilea y ha llegado hasta aquí»”. (Lc. 23. 4-5)
El palacio de Herodes: “Al ver a Jesús, Herodes se alegró mucho. Hacía tiempo que deseaba verlo por las cosas que oía de él, y esperaba que Jesús hiciera algún milagro en su presencia. Le hizo, pues, un montón de preguntas. Pero Jesús no contestó nada, mientras los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley permanecían frente a él y reiteraban sus acusaciones”. (Lc. 6-10)
Nuevamente la casa de Pilatos: “Pilatos convocó a los jefes de los sacerdotes, a los jefes de los judíos y al pueblo y les dijo: «Ustedes han traído ante mí a este hombre acusándolo de sublevar al pueblo. Pero después de interrogarlo en presencia de ustedes no he podido comprobar ninguno de los cargos que le hacen. Y tampoco Herodes, pues me lo devolvió. Es evidente que este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte. Así que después de castigarlo lo dejaré en libertad». Pero todos ellos se pusieron a gritar: «¡Elimina a éste y devuélvenos a Barrabás! »”. (Lc. 13-18)
El monte Calvario: “Los soldados lo llevaron al pretorio, que es el patio interior, y llamaron a todos sus compañeros. Lo vistieron con una capa roja y le colocaron en la cabeza una corona que trenzaron con espinas. Después comenzaron a saludarlo: «¡Viva el rey de los judíos!» Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y se arrodillaban ante él para rendirle homenaje. Después de haberse burlado de él, le quitaron la capa roja y le pusieron de nuevo sus ropas” (Mc. 15. 16-20).
Con información de Prodavinci.
Comments