¿Por qué arrugamos la cara cuando comemos algo agrio?

Foto: Referencial (Cortesía)

Los seres humanos tenemos la capacidad de reaccionar de manera automática cuando un sabor ácido o agrio acaba en nuestra lengua. Pero, ¿a qué se debe? ¿Cuál es el resorte? ¿Cómo un alimento más pequeño que un puño puede tener ese efecto tan fuerte en tu cuerpo contra tu voluntad?

Según un estudio publicado por la publicación Proceedings of the National Academy of the United States (PNAS) esto tiene que ver con los protones.

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Al parecer, una investigación llevada a cabo en 2010 en el laboratorio de Neurobiología Sensorial Emily Liman de la Universidad del Sur de California apunta que "las células de sabor agrio en la lengua están equipadas con canales específicos de protones, resultantes de la disociación de los ácidos alimentarios, entran en células de sabor que informan al cerebro que el alimento es malo. Pero es precisamente el cerebro el que debe decidir qué hacer, si comerlo o como puede pasar a menudo si es agrio, poner una cara acorde".

Por lo tanto, la evolución humana ha hecho que acabemos identificando ciertos alimentos como especialmente poco agradables para nuestro cuerpo, que no malos, y ya es cuestión de cada uno decidir si seguir tomándolo o mantener las distancias.

No hay una respuesta definitiva para ello, los científicos no acaban de encontrar una conclusión común, pero hay una posibilidad que implique estos tres términos: los protones, la vitamina C y la amplia variedad de frutas tropicales a la que tenían acceso nuestros antepasados primates cuando se paseaban por los árboles.

El sabor al que atribuimos el calificativo de "agrio" tiene una relación directa con la acidez.

Con información de Agencias.

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