top of page

Crónica | ¿Cómo afecta la xenofobia en Perú a los venezolanos?

  • 5 oct 2019
  • 4 Min. de lectura

Foto: Cortesía

En junio de 2018, recuerdo estar caminando por el centro de Lima con mis audífonos a todo volumen, cuando sentí un golpecito en el hombro.


Era una chica peruana, quien con una amplia sonrisa me regresaba 20 soles (el equivalente a cinco dólares), que habían caído del bolsillo de mi chaqueta.



Tenía menos de un mes en Perú y ese asombroso gesto se unía a las palabras de bienvenida de las personas que me sacaban conversación en la calle.


Sentí que el país me abría los brazos, mientras me miraban de reojo con curiosidad y otros gritaban “¡Hola chama!” desde cualquier esquina.


Pero esta sensación de bienestar empezó a cambiar de manera muy sutil y el primer síntoma xenófobo nos golpeó primero a las venezolanas.


Para entender un poco el problema debemos escarbar en la diferencia cultural entre peruanos y venezolanos: mientras ellos son tranquilidad y recato, nosotros somos una explosión caribeña sin pelos en la lengua.


Es así como de la noche a la mañana, los peruanos no entendían -ni entienden- como ese o esa desconocida los tratan de “mi amor", “mi vida” y “mi cielo". Palabras que en Perú están estrictamente reservadas para las parejas con una relación sólida.


Los apelativos amorosos, que en Venezuela se le dedican hasta al que te vende las frutas, calaron más profundamente en los hombres peruanos.


Las venezolanas se convirtieron en el centro de atención y de historias donde se mezcla el mito, la realidad, la exageración y la fantasía. Pero no pasó mucho tiempo para que la respuesta llegara hasta en cumbia: “Tú te emborrachas con las venecas de la ciudad".


Toda esta premisa que apunta a las “venecas" como quita maridos, lo tomé como un guiño sin gracia y simplón hasta un día de camino al mercado.


Esa tarde, un vendedor alzaba dos ollas en medio de la multitud mientras gritaba, “¡Venga, aproveche caserita. Compre estas ollas que están más baratas que las venecas!”


El papel de los medios

Eso de “venecos" lo popularizó el periódico Trome. Un pastiche amarillista que no pierde la oportunidad para colocar en primera plana, noticias negativas sobre la comunidad venezolana.


Y algunos se la ponen fácil.


Perú fue el país de Latinoamérica donde se podía residir en su territorio sin muchas condiciones y papeleo, lo que fomentó la llegada de personas con el objetivo de un futuro mejor a fuerza de trabajo, pero también de otros con la mentalidad de salir adelante a punta de pistola.


Las malas noticias llegaron primero de venezolanos que arrebataban celulares, el siguiente paso fue introducir el secuestro exprés, luego se escucharon de asesinatos en diferentes estados.


Mientras esto pasaba, las paredes de Lima se llenaron de mensajes: “venecos asesinos, rateros", “venecos cobardes, vayan a luchar por su país”, y se hicieron populares grabaciones de supuestos ladrones venezolanos desnudos y amarrados a un poste, mientras los humillaban y azotaban.


Si el ambiente estaba ya de por si enrarecido, una noticia explotaría toda la xenofobia contenida hasta ese momento: el 9 de septiembre, un grupo de venezolanos descuartizó a dos hombres en un hostal y dejaron partes de sus cuerpos en tres sitios de la ciudad.


Por si esto no fuera poco, la macabra escena fue grabada por uno de los asesinos y el video fue compartido por las redes sociales para agudizar el horror.


No solo el diario Trome tomó el caso para sí, todos los medios de comunicación sin excepción, comenzaron una cruzada sin descanso contra la inmigración venezolana.


Pero el tema iba más allá de los descuartizamientos, el tufillo a xenofobia se olía a distancia.


Uno de los canales de televisión con más sintonía en Perú, Latina, le colocó una gorra tricolor a un periodista peruano en la calle, con el fin de pedir dinero.


El periodista recolectó 130 soles en cuatro horas, la cantidad de dinero que cualquiera tardaría ganar en cuatro días de incansable trabajo.


La conclusión del comunicador y de las anclas del canal de televisión, fue simple y directo: usando el arma de la lástima, nos estábamos aprovechando de la buena fe del peruano.


Para unirse a este carnaval de histeria, se unen los políticos quienes desde sus tribunas piden mayor control en la frontera y en las calles, por eso es cada vez más común las redadas donde se llevan a venezolanos con o sin papeles hasta las comisarías para tomar sus datos.


Con tal bombardeo de información, ignorando por completo la mayoría de venezolanos honestos y trabajadores en el país, la sensación que tuve al inicio de un Perú de brazos abiertos, curioso y amable con nosotros, se ha borrado casi por completo.


Y escribo casi, porque todavía se puede encontrar palabras de aliento de un peruano, como las de mi jefe, que tiene la inocencia de confundir la homofobia con la xenofobia cuando me dice:


-¡Yo no estoy de acuerdo cuando generalizan y dicen que todos los venezolanos son asesinos o rateros! ¡La homofobia es para ignorantes!


-Jhon tienes razón, la homofobia también es para ignorantes, pero quieres decir xenofobia.


-¿No son homofóbicos?


-No Jhon, los que tienen prejuicios contra los extranjeros son xenofóbicos.


-¡A su MARE!


Eso es lo que necesitamos, un mundo con más empatía, aunque no sepamos los conceptos.


Con colaboración de Mawarí Basanta Mota / @mawaribasanta


Síguenos en nuestras redes sociales y disfruta de todo el contenido que tenemos para ti, en Twitter: @soypuertoordaz, en Instagram: @puertoordaz y en Facebook: Soy Puerto Ordaz. ¡Di con orgullo #SoyPuertoOrdaz#SoyPuertoOrdaz!.

Comments


bottom of page